jueves, 1 de septiembre de 2011

Una nota sobre el Haiku.


“…ni antes ni ahora el Japón ha sido para nosotros una escuela de doctrinas,
 sistemas o filosofías sino una sensibilidad. Lo contrario de la India:
no nos ha enseñado a pensar sino a sentir.”
Octavio Paz.

“kokoro es más, es el corazón y la mente,  la sensación y el pensamiento y las mismas entrañas,  
como si a los japoneses no les bastase sentir sólo con el corazón.”
Juan José Tablada

Como occidentales, culturalmente constituimos Oriente como un opuesto, por lo que a lo largo del entrenamiento debemos esforzarnos en des-aprender ciertos principios naturalizados que dificultan el desarrollo de lo que nos propone el budo. Así, al ser miembros de un arte japonés, tenemos el privilegio de acercarnos un poco y establecer vínculos con una cosmovisión encantadora. El arte que practicamos manifiesta ideas fundamentales que podemos encontrar también en otras artes japonesas -y en la vida misma cuando nos impregnamos de esta visión-.
Japón es un país que destaca por su elegancia estética y esencia particular, y encontramos una bella definición de esto en la reflexión del escritor japonés Junichiro Tanizaki expuesta en El Elogio de la Sombra. El ensayo da cuenta de la oscuridad -o sombra- como un elemento propio de su cultura ya que, en ella, la oscuridad corresponde a un modo de expresión o a un tipo de voz. Desde la perspectiva nipona es posible encontrar un sentido en la oscuridad, porque en lo no dicho, en la imperfección y en lo incompleto, existe un mensaje esencial que se quiere proteger de la tergiversación del lenguaje.
Un ejemplo de estas expresiones -que, tal como el budo, expresa sus fundamentos culturales- es el haiku. En el ensayo “La tradición del haiku”, Octavio Paz escribe que la imperfección a la que refiere dicha elección estética no es la misma que podría entender un occidental, sino, un voluntario inacabamiento que manifiesta una “conciencia de la fragilidad de la existencia, conciencia de aquel que se sabe suspendido entre un abismo y otro… equilibrio entre la vida y la muerte”. Para el ideal estético japonés el papel del espectador tiene gran importancia, ya que es quien está encargado de completar los sentidos sugeridos por medio de su interpretación. El arte propone y el espectador interpreta y crea en aquellos espacios sombríos que lo constituyen.  
A pesar de la dificultad intrínseca a su idioma, la literatura japonesa ha sido objeto de fuerte interés fuera de su país y una de sus formas más interesantes es el haiku, forma clásica de la poesía japonesa consistente en tres pequeños versos que utilizan la forma métrica 5-7-5, es decir, el primer verso de 5 sílabas, el segundo de 7 y el último de 5. El haiku parece comprometer una síntesis de los aspectos más representativos de la cultura del Japón y, a pesar de su dificultad, ha sido una de las formas más experimentadas de la poesía japonesa por escritores y no escritores de Japón y también de otras culturas.
El haiku representa un ideal de poesía pura, esto significa que pretende alcanzar un contenido trascendente y universal más allá de la ornamentación formal típica de la poesía. Por lo mismo, su realización se caracteriza más bien por la ausencia de intelectualismo, encarnando el deseo de no oscurecer las cosas con pensamientos, palabras, formas innecesarias y sentimientos. En contraste con otros tipos de poesía, el haiku debe verse desposeído de la presencia del poeta, la intención de éste no debería ser comunicar su personalidad o sus experiencias, sino exponer una sensación completamente depurada de su subjetividad. El interés absoluto está puesto en el objeto que inspira la poesía, y este objeto suele ser una cosa o algún hecho ordinario revalorizado.
La fuerza del haiku está en la sugerencia y, como toda forma poética, pone gran énfasis en la imagen: el haiku es enteramente imagen, pero imagen incompleta, esbozo de una imagen, sugerencia. Hay tanto sentido estético en lo expresado como en lo silenciado. La forma breve del haiku tiene que ver directamente con su sentido religioso: el haiku es resultado de un momento de iluminación donde el poeta fue capaz de captar el significado atemporal de alguna cosa, el sentido universal que florece en un hecho o cosa particular. Por esto el haiku se compara a un momento de éxtasis, ya que su forma correspondería a la primera emisión normal de palabras expresadas en un momento de iluminación. Después de aquella emisión, toda palabra será un sobreañadido.
La verdadera comprensión en Japón radica en entender que la inestabilidad es intrínseca a todas las cosas, las definiciones abstractas no representan un objetivo, sino más bien una falta de sabiduría. La verdadera sabiduría radica en la posibilidad de encontrar una y otra  interpretación en una misma visión. Por esta razón, el haiku no apunta a lo bello sino a lo significativo, la belleza arriesga la impresión subjetiva, mientras que lo significativo alcanza a todo espíritu humano. “La perfección pone límites a la imaginación…” es por esto que el japonés gusta del misterio, de lo sugerente e imperfecto.
En Japón todo el mundo lee y quizás también escribe poesía. El haiku es la forma más popular y se considera como la representación más natural en la escritura poética. La poesía es, tradicionalmente, la forma universal de expresar toda emoción. La poesía está al alcance de todos los humanos, contrario a Occidente “Canta, oh musa…”, el japonés no pide inspiración, porque la poesía es tanto de dioses como de humanos, por esto no debe volverse a nadie para conseguir la iluminación concretada luego en poema. Además, por sus antecedentes religiosos, el japonés siente simpatía por todo lo animado y por esto puede dialogar con todas las cosas de este mundo, incluso con los seres más "insignificantes". 
El haiku posee un sentido moral que acompaña a todo japonés en su vida cotidiana y se le aproxima como una instancia de liberación:
“¿Estás disgustado? Entonces no digas nada malo; compón un en seguida un poema; ¿Tu persona querida ha muerto? No te abandones a una desesperación estéril; trata de calmar tu espíritu componiendo un poema; ¿Estás preocupado porque te hallas a punto de morir dejando tantas cosas inacabadas? Entonces sé valeroso, y compón un poema sobre la muerte.”


De igual manera, nosotros podemos decir: Entonces sé valeroso, y a seguir entrenando. Banpen Fugyo.

Bibliografía:

Rodríguez-Izquierdo, Fernando. El haiku japonés, historia y traducción. Madrid: Hiperión, 1994.

Paz, Octavio. “La tradición del haiku” en Sendas de Oku  de Matsuo Basho. Disponible en: http://isaiasgarde.myfil.es/get_file?path=/basho-matsuo-senda-de-oku.pdf

Una antología virtual de haiku:

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